sábado, 27 de septiembre de 2014

Nacionalismo canario: pasado, presente y ¿futuro?


Nacionalismo canario: pasado, presente y ¿futuro?
Artículo publicado en el diário Canariasahora, primer periódico digital de Canarias
fecha: 12-09-2014
Autor Enrique Bethencourt


     El nacionalismo ha sido muy relevante en Canarias en las dos últimas décadas. Su expresión mayoritaria lleva gobernando desde el año 93, en solitario o con el PP, salvo esta legislatura 2011-2015 en la que lo hace con el PSOE. Sus mejores resultados en porcentaje de apoyo ciudadano en las urnas se produjeron en 1999, al ganar las autonómicas e imponerse también en las europeas, sufriendo luego un ligero declive del que parece haberse recuperado. Fracturado en distintas organizaciones, como sucede en Cataluña o en el País Vasco, situadas a derecha e izquierda del espectro político, pero sin un referente independentista, afronta un futuro difícil para pequeñas formaciones con poco peso en el concierto político estatal pero que ven confirmadas sus tesis y su razón de ser con la política centralista y de ninguneo a Canarias que practica el Gobierno del PP. 

Gestación

     Antes de que se produjeran las primeras elecciones autonómicas, en 1983, el nacionalismo canario había logrado algunos importantes éxitos electorales. Especialmente en los comicios generales del 79, cuando la Unión del Pueblo Canario (UPC), con Fernando Sagaseta al frente, logra un escaño por Las Palmas en el Congreso de los Diputados.

     Y, asimismo, en las municipales de ese mismo año, en las que, con el apoyo del PSOE, alcanza la alcaldía de Las Palmas de Gran Canaria que ejercerá Manuel Bermejo, hasta que los socialistas le retiran su apoyo y pactan con la UCD para colocar al frente de la corporación municipal a Juan Rodríguez Doreste. El nacionalismo asambleario también obtiene algunos éxitos municipales, con alcaldías como las de Telde, Santa Lucía o Agüimes. 

     El antecedente organizativo de UPC, Pueblo Canario Unido (PCU), había logrado un buen resultado en las primeras elecciones tras la dictadura, las de junio del 77. Pero insuficiente para que su cabeza de lista, Carlos Suárez, el látigo negro, llegara a las Cortes. UPC uniría a PCU (integrado por nacionalistas de base, células comunistas y PRC, entre otros), PUCC (luego MIRAC y finalmente UNI) y Partido Socialista de Canarias, que nada tenía que ver con el PSOE.


     La UPC era una mezcla de formaciones independentistas y de otras autodeterministas de izquierdas que fue devorada por sus contradicciones y pugnas internas en muy pocos años; antes de la mitad de la legislatura autonómica iniciada en 1983 se iniciaba su proceso de autodisolución. En los comicios generales del 82 había perdido su escaño en el Congreso y en las municipales del 83 certificó su evidente retroceso. 

     Es verdad que, junto a los errores internos, contra la UPC se movilizó eficazmente el aparato del Estado, muchos medios de comunicación y hasta una parte de la izquierda eurocomunista canaria, una década más tarde reciclada, curiosamente, al nacionalismo que tanto fustigaba.

     Su presencia organizativa y electoral estaba muy centrada en las islas capitalinas y, especialmente, en sus ciudades más populosas; un fenómeno urbano y que tuvo grandes dificultades para comprender la dimensión archipielágica y, especialmente, la relevancia del hecho insular.
Por cierto, ahora que algunos acatan la Constitución “hasta que los ciudadanos la cambien”, frase edulcorada y convertida en una auténtica perogrullada, los electos de la UPC lo hacían hace más de treinta años de forma mucho más rotunda. Afirmando que prometían el texto constitucional, pero añadiendo una coletilla significativa: “y luchar por una Canarias libre y socialista”.

AIC 

     Mientras, muchos de los dirigentes de lo que más tarde serían las Agrupaciones Independientes de Canarias (AIC) estuvieron los primeros años del proceso democrático formando parte de la UCD, entre ellos Manuel Hermoso, Paulino Rivero, alcaldes por esta formación política de Santa Cruz de Tenerife y El Sauzal, respectivamente, o Ana Oramas.

     El hundimiento del partido de Adolfo Suárez sería esencial para que una parte de la derecha moderada canaria optara por descolgarse del poder central y construir una formación de ámbito local que evolucionaría hacia el nacionalismo, con contenidos de arranque profundamente insularistas.
Su primera y significativa parada son las AIC, que en 1987 se erigen en principal fuerza no estatalista del Archipiélago. Algo similar, pero más débil, ocurriría con el CDS, germen en las Islas del Centro Canario Nacionalista (CCN).

     Con anterioridad, en 1983, el conjunto del nacionalismo canario logra el 15% de los votos en los comicios autonómicos y 9 diputados, distribuidos de la siguiente forma: UPC-AC (8,48% de votos; dos escaños), Convergencia Nacionalista Canaria (4,30%, uno), AHI (dos) y AGI (uno), que conjuntamente no llegan al 1% de las papeletas, y Asamblea Majorera (1%; tres); a ellos se les suman otras formaciones nacionalistas o independentistas sin apenas apoyo popular en las urnas.

     Como pueden observar una presencia muy fraccionada, facilitada por el sistema electoral canario de entonces (con barreras de acceso al Parlamento de Canarias del 20% insular y del 3% archipielágico), que posibilitaba que organizaciones de carácter insular pudieran conseguir representación en la cámara canaria sin formar parte de partidos o coaliciones del conjunto de las Islas.

     El PSOE es el claro vencedor de las primeras autonómicas, con el 42,36% de los votos y 27 escaños, y gobierna en solitario hasta el 85, en que el denominado pacto de progreso incorpora a PCC, PRC y AM, dando estabilidad parlamentaria al Ejecutivo que presidía Jerónimo Saavedra. 
Pero, como señalaba más arriba, la irrupción de las AIC se produce en las autonómicas del 87, corroborando su inicial fortaleza municipal. Logran el 20,13% de los sufragios, con 11 escaños, situándose como segunda fuerza en votos y tercera en escaños tras el PSOE (27,85%; 21 escaños) y CDS (19,6%; 13), y hegemonizando el espacio nacionalista, por delante de AC-INC (6,96%, dos escaños), AM (0,82%, tres) y AHI (0,21%, dos); el total del espacio nacionalista, o al menos de obediencia canaria, consigue 18 de los 60 escaños en liza en el Parlamento canario, duplicando los datos del 83.

Gobierno conservador

     Las AIC son pieza clave en la articulación de un gobierno conservador con CDS y AP, primero con Fernando Fernández al frente y después, tras la estrambótica cuestión de confianza presentada y perdida por este, por Lorenzo Olarte, que más tarde también se convertiría al nacionalismo, mientras que Fernández se incorporaría al PP, llegando a ser eurodiputado de esta formación.

     Factores de interés en este período son la ruptura de AM, con el pase de algunos de sus más destacados dirigentes al PSOE, y la conmoción política originada por la reivindicación de una Universidad en Gran Canaria, que finalmente es creada en 1989, tras generar grietas tanto en los partidos que integran el Gobierno canario como en la propia oposición.

Unidad y consolidación

     La legislatura que arranca en 1991 es determinante en la consolidación del nacionalismo canario contemporáneo. Las urnas dan la victoria al PSOE (con más del 33% de los votos y 23 escaños), seguido de las AIC (22,70%; 16) y CDS (14,41%, siete). El resto de diputados se reparte entre AP (seis) y distintas organizaciones del muy fraccionado nacionalismo: ICAN (12,22%; cinco), AM (0,71%; dos) y AHI (0,21%, uno).

     El nacionalismo en su conjunto logra el 37,56% de los votos, siete puntos más que en las autonómicas de 1987. Pero su fraccionamiento hace que el número de escaños solo evolucione de 18 a 24. Aunque luego se le sumarían los siete diputados de los centristas que evolucionaron a CCI (Centro Canario Independiente) y más tarde a CCN.

     El denominado ‘pacto de hormigón’, PSOE-AIC, con el amplio apoyo parlamentario de 39 diputados, sufre aluminosis a mitad de legislatura. Y en abril del 93, tras la moción de censura presentada por el vicepresidente Manuel Hermoso al presidente Saavedra, lleva a un heterogéneo nacionalismo al Gobierno de Canarias, con Hermoso de presidente y José Mendoza (ICAN), como vicepresidente y consejero de Educación.




Moción de censura

     Apoyan la moción de censura justo 31 diputados (AIC, ICAN, CCI, AM y AHI) en una polémica votación en la que leyendas urbanas aseguran que algún diputado fue llevado a la cámara a punta de pistola y en la que nunca llegó al Parlamento la sentencia que inhabilitaba a Dimas Martín, diputado de AIC por Lanzarote.

     En el 95, Hermoso repite en la Presidencia. En esta ocasión al frente de Coalición Canaria (CC), que aglutina a la inmensa mayoría del nacionalismo canario y que se había estrenado en las urnas en las generales del 93. Logra el 32,85% de los votos y 21 escaños.

     Otros nacionalistas también consiguen presencia en el Parlamento: la Plataforma Canaria Nacionalista (PCN) de Dimas Martín, Ildefonso Chacón y Onelio Ramos, con el 3,01% y cuatro actas, que corresponden a las islas de Lanzarote (tres) y Fuerteventura (una); y la AHI (0,26%, una).
El Gobierno presidido por Hermoso cuenta en esta ocasión con el centrista Lorenzo Olarte en la vicepresidencia. Se trata de un Ejecutivo de coalición con el PP, segunda fuerza política (18 escaños) por delante de los socialistas (16).

     El conjunto del nacionalismo, incluyendo a los que no consiguieron representación, supera el 36% de los votos, un punto menos que en 1991. Y un global de 26 escaños, cifra que se repite en el 95, en el 99 y en 2003.

Mejores resultados

     En el 99, Coalición Canaria presenta como candidato a la Presidencia por primera y única vez hasta ahora a un candidato de la isla de Gran Canaria, Román Rodríguez, procedente del sector de izquierdas de la organización. Consigue 24 escaños, superando el 37% de los sufragios, en lo que ha sido su mejor resultado histórico.

     A ese porcentaje se suma el de la Federación Nacionalista Canaria (FNC), con un 4,81% y cero escaños; y AHI, 0,33% y dos actas de diputado. El global del nacionalismo, con o sin representación, supera el 42%, el mayor de toda la serie electoral autonómica.

     La aplicación de la nueva normativa electoral que exige el 6% archipielágico o el 30% insular o ser primera fuerza en la circunscripción deja fuera al PIL (integrante de la FNC) que roza el 30% y queda ligeramente detrás de CC, que alcanza cuatro de los ocho escaños de Lanzarote.

     El PSOE es segunda fuerza en el Parlamento canario, con 19 escaños, y el PP tercera, con 15. El primer gobierno será de coalición entre CC y PP, hasta la salida del PP a comienzos del año 2001, quedándose CC en solitario.

     Paralelamente, CC vence en las elecciones europeas, que se celebran conjuntamente con autonómicas y locales, en la única ocasión en que se ha impuesto a PSOE o PP en estos comicios.

Ruptura

     En 2003, Adán Martín llega a la presidencia del Gobierno de Canarias tras triunfar nuevamente CC en los comicios autonómicos. Logra 23 escaños, uno menos que en los anteriores comicios, pese a que AHI comparece dentro de CC, y pierde unos cuatro puntos con relación a 1999.

     La Federación Nacionalista Canaria, con el 4,83% de los sufragios, obtiene tres escaños, todos del PIL, gracias a que este partido gana en Lanzarote, superando además el 30% de los sufragios en la isla de los volcanes. El global del nacionalismo asciende a 26 diputados y casi el 39% de los sufragios, unos cuatro puntos menos que en el 99.

     A lo largo de la legislatura se produce la ruptura de Coalición Canaria -tras el incumplimiento de los acuerdos establecidos antes de las elecciones con relación al papel de Gran Canaria en el Gobierno-, con la creación de Nueva Canarias. Antes el CCN había abandonado CC.


     El Gobierno de Adán Martín es inicialmente de coalición con el PP. Hasta que se produce la expulsión de los consejeros conservadores en el último tramo de la legislatura, aunque el PSOE presta su apoyo parlamentario al Ejecutivo, evitando su naufragio.

Segunda fuerza

     En los comicios autonómicos de 1995, 1999 y 2003, CC había sido primera fuerza política en el Archipiélago. Esto se quiebra en 2007, como se había quebrado la unidad nacionalista.

     En esta ocasión, la candidatura socialista que lidera Juan Fernando López Aguilar consigue 26 escaños y más del 34% de los sufragios, sacando diez puntos y casi cien mil votos de diferenta a la organización que sustituyó a Adán Martín por Paulino Rivero. CC logra 19 escaños y el PP 15.
El pacto CC-PP, o si lo prefieren Rivero-Soria, pese a la evidente falta de química entre los dos, se hace con las riendas del Ejecutivo canario, aunque para no variar el PP no llega al final de la legislatura. Un año antes de su cierre, Soria en un calculado, pero también arriesgado, movimiento electoralista, abandona el Gobierno y se prepara para intentar llegar al poder en 2011.

     En estos comicios concurre por primera vez Nueva Canarias que con algo más de 50.000 papeletas se queda en el 5,42%, evitando la barrera de acceso del 6% archipielágico los dos diputados que le hubiesen correspondido por la circunscripción de Gran Canaria. CCN-PIL quedan aún más lejos del objetivo, con el 4,92%, y también pierde un posible escaño en Lanzarote.

     El global del nacionalismo supera el 35% de los votos, lo que supone tres puntos menos que en las elecciones de 2007 y con una reducción de casi siete en comparación con 1999.

     Ese obligado acomodo de CC como segunda fuerza política también se produce en 2011, otra vez con Rivero al frente. En este caso, logrando en torno al 25% de apoyo en las urnas, unas décimas más que en los anteriores comicios. El PP se convierte en la fuerza más votada, siete puntos más que CC, pero por la singularidad de nuestro sistema electoral empatan en escaños: 21. El PSOE logra 15 y NC, que esta vez supera la barrera de acceso al Parlamento, con más del 9% de votos, tres, dos en Gran Canaria y uno en Lanzarote (PIL).

CC-PSOE

     Esta vez cambia la tradicional fórmula de Gobierno de las Islas, de alianza entre nacionalistas y conservadores, la que viene funcionado desde el 95. Aunque, eso sí, continúa siendo CC quien toma el mando y elige a su compañero de baile, dejando fuera al partido más votado, en esta ocasión el PP, como ya sucediera en 2007 con el PSOE de López Aguilar.  

     Paulino Rivero continúa como presidente del Ejecutivo y el PSOE accede a la Vicepresidencia, con José Miguel Pérez, al tiempo consejero de Educación, Universidades y Sostenibilidad.
El espacio nacionalista crece en relación con 2007. Si entonces apenas pasó el 35% de los sufragios, ahora supera claramente el 37%, un dato similar al del año 91. Y pasa de 19 a 24 escaños.

     Pese a que CC y NC fueron posteriormente juntas a las elecciones generales del 20-N de 2011, obteniendo cada una de ellas un diputado: Ana Oramas, CC, por Santa Cruz de Tenerife, y Pedro Quevedo (NC), por Las Palmas, el acercamiento entre ambas formaciones, que algunos analistas anunciaban e incluso ponían fecha para el proceso de unidad, no se produce.

     Prueba de ello son las profundas discrepancias en el Parlamento canario,  en el que NC ha presentado enmiendas a la totalidad a las tres leyes de presupuestos de la Comunidad Canaria. Aunque han coincidido en batallas contra el Gobierno central, como las de la prospecciones petrolíferas, la financiación autonómica o la privatización de AENA. O en sacar adelante leyes como las de Educación.

Futuro inmediato

     Quedan apenas ocho meses para que se celebren las próximas elecciones autonómicas y locales, a finales de mayo de 2015, con la incógnita de si Rajoy las hará coincidir o no con las generales.
El nacionalismo canario concurrirá a las mismas dividido, el menos en dos opciones, las que representan NC y CC. Será así en el ámbito del Parlamento de Canarias, pero también en cabildos y ayuntamientos.

     El CCN, de momento aliado de CC en el Parlamento canario y otras instituciones, ha presentado en las últimas semanas a distintas cabeceras de listas a ayuntamientos y cabildos, en lo que puede ser un amago de futura liberación del ‘yugo’ de CC o una precaución ante un escenario diferente al de hoy. Recuerden que en las generales de 2011, en una auténtica cabriola política, pactó con el PP, a mayor gloria de dos senadoras. Y del PP, claro.

     El clima político generado estos tres últimos años por la política centralista del PP, su castigo a Canarias en los Presupuestos Generales del Estado, su actitud ante los planes de empleo, las renovables, los convenios de carreteras, las prospecciones petrolíferas o la privatización de AENA, parecen constituir un buen caldo de cultivo para el crecimiento del nacionalismo canario.

     Asuntos como el petróleo parece que pasarán factura a los populares, especialmente en las islas orientales, como reconocen en privado algunos de sus dirigentes.


24 escaños

     La última encuesta publicada, la de Celeste Tel del pasado agosto, muestra un nacionalismo que resiste al desgaste del prolongado Gobierno y a la irrupción de Podemos. CC se sitúa como primera fuerza, con 18 escaños (aunque segunda en número de votos, superada por los conservadores de Soria), tres menos que en 2011. Por delante de un PP que retrocede de manera significativa (pierde seis escaños), y de un PSOE que se mueve poco, pasando de 15 a 14. Podemos irrumpe con siete y Nueva Canarias, con seis, duplica sus actuales escaños en el Parlamento canario. El total del espacio nacionalista aglutina 24 diputados, los mismos que ahora. Habrá que esperar qué apuntan los sondeos del último trimestre del año, ya alejados de la contaminación de los comicios europeos y, también, realizados tras acontecimientos como la elección de Clavijo como candidato de CC y los cambios en el PSOE.

Año 2000: El mejor resultado en unas generales

     El nacionalismo canario obtiene el mejor resultado en unos comicios generales en el año 2000, ratificando su éxito en las autonómicas, locales y europeas del 99. En esta ocasión, coincidiendo con la ola conservadora y la mayoría absoluta de Aznar, CC resiste y obtiene el 29,37% de los votos, consolidando cuatro escaños por el Archipiélago en el Congreso de los Diputados. Por detrás del PP, que consigue siete, y por delante del PSOE (tres).

     Pero volvamos a los comienzos de la transición. En 1977, en las primeras elecciones tras la dictadura, con la UCD sacando casi el 60% de los votos en el Archipiélago, PCU logra el 3,24% de las papeletas y el conjunto del nacionalismo apenas el 5%. Sin que se logre representación en el Congreso. Sí en el Senado por parte de Asamblea Majorera, con Miguel Cabrera, que repetiría en el 82 tras perder la plaza, por apenas quince papeletas, en el 79.

     En 1979, las cortes constituyentes contarán con la presencia de Fernando Sagaseta, de UPC; la coalición autodeterminista obtiene el 11,07% de las papeletas en Canarias, aunque con más votos en las islas orientales y específicamente en Gran Canaria.



     En el 82, el año del arrase del PSOE de Felipe González, la UPC cae en picado hasta el 5,20% y Sagaseta no logra la reelección. El nacionalismo apenas concita el apoyo del 7,50% de los votantes de las Islas.

     En el 86, el nacionalismo duplica sus votos en relación con los anteriores comicios. Y ello gracias a la aparición de las AIC, que alcanzando casi el 10% de apoyos electorales consigue un escaño en Madrid. La izquierda nacionalista, AC-INC, se queda en el 5,40% y sin representación.

     En 1989, el nacionalismo retrocede en las generales, quedando por debajo del 14%. Aunque mantiene su escaño, gracias al 9,57% de las AIC. Cuatro años después, en 1993, irrumpe con fuerza Coalición Canaria, muy poco después de su acceso al Gobierno con la moción de censura a Saavedra y la elección de Hermoso como presidente. CC consigue el voto de uno de cada cuatro canarios y cuatro escaños.

     En la elecciones generales del 96, CC mantiene sus cuatro escaños, aunque pierde un punto y se queda en el 24,29% de las papeletas.

     Las últimas elecciones del siglo XX, las de 2000, suponen, como señalábamos al principio, una buena despedida de siglo para los nacionalistas: 29,37% de votos y cuatro escaños.



Crisis

     En 2004, y en plena crisis del nacionalismo y con la convulsión de los sucesos del 11-M, CC mantiene el porcentaje de votos pero pierde un acta de diputado, quedando en tres.

     Situación que se agrava en 2008, con dos diputados (ambos por Santa Cruz de Tenerife) y el 17,37% de los sufragios, una caída de 12 puntos porcentuales. NC concurre solo por Las Palmas, pero no logra representación, con un 3,78%. Datos levemente superiores a los de 2011, donde CC-NC alcanza el 15,20% repitiendo los dos escaños, aunque en esta ocasión se distribuyen uno en cada circunscripción, Las Palmas y Santa Cruz de Tenerife.




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