martes, 25 de enero de 2022

Francisco García-Talavera: “Se equivocan quienes sostienen que los guanches fueron exterminados por los españoles”

 

Francisco García-Talavera: “Se equivocan quienes sostienen que los guanches fueron exterminados por los españoles”

 Geólogo, paleontólogo y doctor en Zoología, ha publicado varios libros, pero hay uno que cautiva: Guanches ayer, hoy canarios (apuntes de la historia e identidad de un pueblo macaronesio)

 Articulo publicado en el Diário de Avisos  
Fecha: 09-09-2019  
Autor: Andrés Chávez 
Fotos: SERGIO MÉNDEZ
 

 

Francisco García-Talavera Casañas (Santa Cruz, 1945), geólogo y paleontólogo por la Universidad Complutense y doctor en Zoología por la Universidad de La Laguna –de la que fue profesor- heredó una vasta biblioteca de su tío Francisco, que era piloto naval a los catorce años; pocos años más tarde ya era capitán de la Marina Mercante y ganó las oposiciones a práctico del puerto de Santa Cruz. Había solo cuatro en plantilla. Me cuenta Paco una anécdota de su tío, el marino: atracó, sin ayuda de remolcadores, un barco alemán de 33.000 toneladas y 248 metros de eslora, el Columbus, el 24 de julio de 1934. Ningún otro práctico se atrevió a hacerlo. El Columbus, uno de los mayores trasatlánticos de su época, con capacidad para 1.800 pasajeros, arribó cuatro veces al puerto de Santa Cruz. “Mi tío es uno de mis referentes, me dejó su biblioteca y ahora duermo entre libros; y me encanta”. El investigador ha publicado varios libros, pero hay uno que cautiva: Guanches ayer, hoy canarios (apuntes de la historia e identidad de un pueblo macaronesio). Fue conservador del Museo de Ciencias Naturales de Tenerife (ahora denominado de la Naturaleza y el Hombre), que dirigió desde lo profesional a lo político (también fue consejero de Museos del Cabildo). Tiene un libro en preparación, a punto de ser editado: 69 apellidos canarios (linajes guanches en América).

-¿Y eso de la política, Paco?
“Me metí para ayudar desde dentro. Soy miembro del PNC”.

-Se vuelve a hablar de la piedra Zanata.
“No es un tema que me apasione. Se politizó, en su día, sin necesidad. Me parece bien que se examine, con métodos modernos, por parte de esos expertos norteamericanos, pero no creo que sea nuestro carné de identidad. Ya veremos”.

-¿Aborígenes o guanches?
“Guanches, que es un nombre sonoro y bonito. Don Juan Álvarez Delgado definió su significado: el del pueblo”.

-No hemos sido capaces de conservar los restos de nuestro pueblo.
“No, en parte por la falta de reacción de las administraciones, en parte por la falta de conciencia. Los constructores que excavan y encuentran vestigios guanches los destruyen porque saben que si dan parte a la administración sus trabajos pueden paralizarse años. Ha existido falta de respeto a la historia por ambas partes”.

-Y en Tenerife, más.
“Me parece lamentable que en la isla de Tenerife no exista ni un solo parque arqueológico. Gran Canaria y La Palma, por ejemplo, han sido más cuidadosos. Incluso Gran Canaria ha logrado que uno de los parajes más emblemáticos haya sido declarado patrimonio mundial, el Risco Caído”.

-Nuestras momias han sido vendidas fuera. ¿Ha existido expolio?
“¡Claro! Incluso un comerciante de Tenerife las vendía anunciándolas en un periódico británico. Y hay muchas más que no han sido rescatadas; y la gente sabe dónde están, pero no lo dicen. Nuestro patrimonio histórico ha sido tristemente olvidado a lo largo de los tiempos y se ha tergiversado mucho la historia”.

-¿Por ejemplo?
“Pues te aseguro, en contra de lo que algunos historiadores creen, que el pueblo guanche no fue exterminado por los españoles. Muchos fueron vendidos como esclavos, eso sí, pero otros muchos se quedaron aquí y hubo infinidad de matrimonios mixtos. Cientos de nuestros antepasados pagaron su libertad, tras la conquista. Esto está comprobado por el ADN mitocondrial. Más del 50% de los canarios de hoy tienen el ADN de los guanches”.

 

 

-Cada vez se sabe más de sus costumbres.
“Está archidemostrada su descendencia bereber. Hay vestigios bereberes en todas las islas. Posiblemente, guerreros que lucharon contra los egipcios y sus familias, que se iban desplazando y que encontraron refugio en las islas. Se sabe que cultivaban el trigo y, sobre todo, la cebada. Comían higos y otros pequeños frutos que surgían de algunas especies de laurisilva. Criaban cabras y ovejas, las mismas razas de estos animales que hoy se encuentran en Mauritania, por ejemplo. Había perros y se han encontrado restos de gatos, que eran sus animales de compañía. No se los comían, ni mucho menos; bueno, no sé si en épocas de sequía y hambruna se dieron algunos casos”.

-¿Hay constancia de canibalismo o de sacrificios humanos entre los guanches?
“No, para nada, ni de una cosa ni de la otra. Esto lo tengo totalmente claro”.

-Yo sé que es delicado para los que creen en esas cosas, pero te tengo que preguntar por la extraña aparición de imágenes católicas –las de Candelaria y el Pino, por ejemplo— en las islas mayores.
“De milagros no vamos a hablar, ¿no? Y no hay nada de extraño en ello. Esas imágenes las trajeron algunos frailes que desembarcaron antes de la conquista de ambas islas. Yo procuro en mis libros escribir sencillamente, huir del lenguaje científico estricto, sin abandonar el rigor, y adaptarme al lenguaje popular. No hay que tener miedo a contar la verdad. Ni a investigarla. Y luego trasladarla a la gente de una forma que todo el mundo la entienda”.

-¿Quieres decir que los guanches ya conocían la religión católica y que fueron bautizados antes de la llegada de los conquistadores?
“Cuando llegó Alonso Fernández de Lugo, la mitad de la isla de Tenerife estaba cristianizada. Por eso le permitieron desembarcar. Y los guanches ayudaron a los españoles a fortificarse. Eran pacíficos y confiados. En la gran batalla de Acentejo, cuando el descalabro castellano, hubo 300 guanches de Güímar que lucharon contra su propio pueblo”.

-¿Y cuál fue el motivo táctico de su derrota final?
“Hubo uno fundamental: los guanches de Bencomo, Tinguaro, Bentor abandonaron la lucha de guerrillas, que dominaban, y pelearon en campo abierto en Aguere, un año después de aquello de Acentejo. Fue su perdición, ante el poderío de la caballería castellana y de las ballestas de las huestes del de Lugo. Los castellanos, ayudados por Guanarteme y Maninidra, sufrieron graves pérdidas en Acentejo, en cuya batalla murieron centenares de españoles y aliados guanches. Más tarde, en la crucial batalla de Aguere, en 1495, los guanches sufrieron su derrota definitiva; y al lado de los castellanos seguían Guanarteme, Maninidra y Adargoma. Guanarteme no fue un traidor, como algunos dicen. Pactó con los Reyes Católicos, probablemente en un afán de librar de la masacre a su pueblo. Y en cierta manera lo consiguió”.

-Tenemos una historia apasionante. Y en muchas ocasiones se cuenta mal.
“Sí, pero todo está documentado o deducido adecuadamente. Yo estoy convencido de que el poblamiento de Canarias se inició desde el siglo IX a.C. y en La Graciosa se ha hallado material consolidado sobre un nivel cuaternario marino, datado en el 900 a.C. En Isla de Lobos se ha encontrado un yacimiento romano y un taller para la fabricación de púrpura, a partir de la tinta del burgado macho, con el consiguiente proceso posterior. ¿Cuándo? Pues entre el siglo I antes de Cristo y el I después de Cristo; y hablamos con los errores naturales que pueden desprenderse de cálculos tan lejanos”.

 


 

 

-Tus investigaciones trascienden las Islas Canarias.
“Bueno, sí, incluyen otras islas de la Macaronesia y países africanos. Pero me interesa muchísimo el origen de nuestro pueblo, su lengua, su cultura. Nuestro origen bereber se remonta a lo que era la Libia antigua en tiempos de los faraones egipcios, zona que tanto tiene que ver con nosotros, y a las luchas con Egipto, que fueron desplazando a muchos guerreros y familias que se refugiaron en Canarias”.
(Me olvidé contar a Paco que, en cierta ocasión, yo recibí una invitación de Muamar el Gadafi para visitar Libia. Recibí hasta el billete de avión, me dijeron que lo visitaría en su tienda del desierto, donde se encontraba orando. Me tradujeron al árabe el pasaporte y me entregaron un billete Madrid-Roma en la Embajada libia de Madrid; un billete de Alitalia, hasta Trípoli, con escala en Roma. Pero sólo de ida. Exteriores desaconsejó ese viaje. Al final no me animé a ir. Seguramente perdí el reportaje de mi vida).

-Tuviste la suerte de tener maestros extraordinarios.
“Hombre, pues sí. En el Oceanográfico trabajé con don Carmelo García Cabrera. En la Universidad de La Laguna, con don Telesforo Bravo. Y tuve mucho contacto con don Luis Diego Cuscoy, que en la universidad lo veían como un advenedizo porque era autodidacta. Todos, cada uno en su campo, realizaron labores extraordinarias”.

-En uno de tus libros dices que los guanches jugaban a las damas. ¿Es eso cierto?
“Sí. Descubrimos en 1987, en la zona de Izaña, unos grabados. Posteriormente, durante un viaje de investigación a Marruecos y el Sáhara, observamos a grupos de hombres recostados en la arena jugando con piedritas sobre figuras trazadas en la arena. ¡Y esas figuras eran idénticas a las halladas en Izaña y en el sur de Tenerife, entre otros lugares de Canarias!”.

-Esto que cuentas, y has reflejado en Guanches ayer, hoy canarios, hasta da idea de un interesante nivel cultural del pueblo guanche.
“Claro, estaban inmersos en el pastoreo y aprovechaban los momentos de descanso para desarrollar habilidades intelectuales, como el juego de las damas y otros que se han descrito por parte de varios investigadores”.

-Tantas veces nos olvidamos de que somos africanos, ¿no crees?
“Absolutamente. Culturalmente está claro que somos un pueblo europeo, pero geográficamente esto es África. Los pescadores de Tarfaya me han contado que en los días muy claros ellos ven las montañas de Fuerteventura. A Lanzarote y Fuerteventura llegaron los primeros pobladores, yo creo que mucho antes del cambio de era. Hay sólo 96 kilómetros desde la punta más cercana de Canarias a Tarfaya. Muchas veces olvidamos que vivimos al lado de ese continente”.

-Es verdad. Y también nuestra apasionante historia.

 

Podrán leer este artículo en 

Diario de Avisos

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