viernes, 9 de octubre de 2009

El corsario Amaro Pargo - 1678 - 1747 Segunda parte




EL CORSARIO AMARO PARGO
Segunda parte - Su juventud
1709

      Amaro Rodríguez Felipe creció y cumplió la mayoría de edad. Pronto tuvo la dicha de obtener permiso para realizar el comercio mercante en aguas atlánticas.


      A finales de 1600 y principios de 1700 España, y Canarias especialmente, vivió el bum de la emigración americana.  La guerra con Francia y los problemas internos de España forzó la emigración a América. Las nuevas tierras requerían de gentes que las colonizacen y cultivasen así que Amaro Rodríguez, a la edad de 30 años, convirtió su barco en transporte de personas. 


Este comercio le garantizaba suculentos ingresos, como así detalla el siguiente libro y del cual transcribo la posterior informacíón tomada del mismo. 


LA COLONIZACIÓN DE LA FRONTERA DOMINICANA (1680-1795)











      Además del trasporte de familias, otra vía de emigración fueron las levas para el presidio de Santo Domingo. Entre otros tenemos los casos de 1680 de los originarios de Agüimes Fernando Artiles  Pedro Hernández, su paisano Juan Cabral el aruquense Felipe Manuel o el grancanario Juan Mateos.
      Pero, al mismo tiempo que los comerciantes canarios se eximían del impuesto de la avería llevando familias canarias, los sevillanos querían acceder a ese pastel a cambio de privilegios mercantiles y cargos como el del comandante general. El primero que lo intentó, Mateo Palacios, se ofreció a llevar a Santo Domingo 100 familias canarias decinco personas con un navío de fabricación holandesa. Podía transportar hasta Veracruz 200 toneladas de ropa. Pidieron asimismo, él y un hijo suyo, la patente de capitán de mar y guerra y una orden militar.

      No obstante, en esa pugna por el control de los dividendos de tal comercio, se evidencian las quejas de los intereses canarios, sus reales promotores, por no participar en tales concesiones, mientras que se beneficiaba a comerciantes peninsulares, lo que se explica en parte la escasa efectividad de la Real Cédula de 1678, que vincula la continuidad del comercia al envío de familias. Para el caso dominicano se privilegió a un buque sevillano, capitaneado por Ignacio Pérez Caro, más tarde gobernador de La Española, que trasladó 100 familias de Canarias, un total de 594 personas, a la Isla en 1694 a cambio de una arribada en La Habana y del pago de los gastos del viaje. Mientras tanto rechazaba propuestas de oligarcas canarios como la del marqués de Villanueva del Prado, que se comprometía a trasladar 150 familias a cambio de tres registros de comercio de 300 toneladas para el rico puerto de Veracruz, al que tenía prohibido el acceso el tráfico canario y seis hábitos de órdenes militares para sus descendientes.

      A pesar de las hostilidades entre Francia y España, los buques isleños continuaron trasladando familias a Santo Domingo, pero no sabemos su número exacto. El de Pérez Caro también continuó con nuevas remisiones en 1689 y 1691 con 200 individuos. Los envíos no se reanudaron hasta 1698 y 1700 en que arribaron a la Isla en torno a 300 personas. La confusión entre las cifras es notoria, pues entre 1700 y 1702  hay constancia de dos naves canarias que llevaban inmigrantes a Santo Domingo, el San Francisco Xavier y San José, alias "El Campechano", que marchó a La Habana desde Las Palmas, capitaneado por Pedro Aguilar Ponce de León y el Nuestra Señora del Rosario y San Pedro de Alcántara, de Diego Guisla Boot desde Santa Cruz de La Palma a Campeche.

      La Guerra de Sucesión Española obstaculiza las llegadas hasta 1709. En este caso y en el siguiente hay constancia de dos arribadas. En la primera el San José y "Las Ánimas", del capitán Francísco Jerónio Guisla de Acuña, transporta 225 indivíduos. No tenemos constancia de cuántas llevó el "Nuestra Señora de Candelaria", "Santo Domingo" y "San Vicente Ferrer", pero hay constancia de que hizo escala con esa finalidad. Salió desde Santa Cruz de Tenerife para la Guaira bajo el mando del capitán Amaro Rodríguez Felipe. En años sucesivos, hasta 1735, continuaron llegando familias en buques canarios que salían para La Habana y Campeche, y hacían escala en Santo Domingo para dejar inmigrantes.


Próximamente continuaré con esta interesante historia canaria.










Ilustraciones: Victor Hubinnon.

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