domingo, 4 de octubre de 2009

Leyendas Canarias: Gara y Jonay







GARA Y JONAY
o la leyenda de Los Siete Chorros


         Cuenta la leyenda que en la Gomera, poco antes de la llegada de los castellanos, existían siete chorros de donde salía agua pura y cristalina de una fuente que nadie sabía de dónde venía pero que era el lugar donde se suministraban todos los gomeros. 

              Estos siete chorros, llamados de Epina y localizados en el municipio de Vallehermoso, decía la tradición que eran mágicos pues si cualquier joven casadera miraba su reflejo en sus aguas éstas le contestaban diciéndole si encontraría pareja o no. Si el agua era clara y cristalina, el amor llegaría pronto pero si era turbia entonces tendría que esperar.



            También cuenta la leyenda que las gentes del lugar comentaban: "Si bebes de los siete caños te casas antes de un año" o "para encontrar el amor deseado, las mujeres deben beber de los pares y los hombres de los impares (comenzando por el de la izquierda); pero las que quieran ser brujas deben beber del de los hombres", "los dos primeros chorros corresponden a la salud los que le siguen al amor y los otros dos a la fortuna". Aunque los viejos del lugar insisten que, en la antigüedad sólo habían tres chorros.



           Se aproximaban las fiestas del Beñesmér , fiesta en la que nuestros antepasados agradecían a Magec (el Sol) y al Gran Achaman (el creador de todas las cosas) haberles dado buenos frutos de la tierra, buen ganado, buena pesca y buenas mujeres parturientas así que ese día, al igual que años anteriores, un grupo de jóvenes gomeras acudieron a los chorros de Epina para mirarse en sus aguas y descubrir su futuro. Una de ellas era Gara, hija del Mencey de Agulo. Fue la primera en mirar su reflejo, lo hizo con miedo y temor pues tenía miedo de lo que allí podría ver pero, a los pocos segundos su rostro se iluminó y una amplia sonrisa de alegría y felicidad le marcó su rostro de oreja a oreja pues pudo comprobar que el agua era cristalina y transparente. Pero cuando iba a levantarse, su tez palideció y aquella sonrisa de felicidad desapareció para reflejar en sus ojos una mirada de tristeza y temor, el agua había cambiado y ahora se agitaba y se volvía turbia.



           Gerián, un viejo del lugar que se encontraba cerca, vió lo que ocurria y le advirtió “ lo que ha de suceder ocurrirá. Huye del fuego o morirás en él ”. Gara se marchó triste, turbada y asustada por todo lo que había sucedido pero, antes, pidió a sus amigas que no contasen lo que allí había sucedido. Tal vez por lo jóvenes que eran las otras chicas no pudieron guardar el secreto y contaron la historia la cual corrió de boca en boca por toda la isla.

           Un día antes de las fiestas del Beñesmer llegaron, de la isla hermana Achinech (Tenerife), varios menceyes con sus principales nobles.





           Entre ellos se encontraba el Mencey Pelinor de Adeje, quien venía con su hijo Jonay, jóven fuerte y casadero. Gara, desde lo alto de una peña, no dejaba de mirarlo por lo guapo y hermoso que era hasta que Jonay se percató y entre ambos nació el amor. Poco después, aún en mitad de las fiestas, su compromiso se hizo público.


           Pero esa felicidad de los jóvenes iba a durar muy poco pues algo extraño y misterioso comenzó a ocurrir en el Echeyde (el Teide). La vieja Gran Montaña Blanca de Achinech, comenzó a bramir y a escupir vómito ardiente y fuego. Todos sabían que Guayota, el mal, estaba atrapado en su interior y esto significaba que, por un extraño motivo, quería salir. 




           Desde los altos de la Gomera, todos los participantes en el Beñesmer quedaron atemorizados. El miedo recorrió el cuerpo de todos los presentes en la gran fiesta y alguien corrió la voz de que Echeyde bramaba enfurecido porque no veía con buenos ojos la unión de Gara con Jonay, una isleña gomera con un isleño de Achinech. Se consideró el amor de ambos jóvenes como un mal presagio y la venida de grandes males se avecinaban si no rompían esa relación. Sus padres les darían la orden tajante de no volverse a ver y comenzaron los preparativos de la despedida y regreso a Achinech.



           Tras el Beñesmér, y calmado ya Echeyde, los visitantes se embarcaron de nuevo con rumbo a la isla de Achinech. Cuando llegaron a la costa, el Mencey Pelicar dió órden de inutilizar las rudimentarias embarcaciones pues temía que su hijo volviese a la Gomera a marchar a ver a Gara.


           Y, efectivamente, cuando Achuguayo (la Luna) iluminó la noche, Jonay se ató dos vejigas de cabra infladas en la cintura y se echó al mar y así llegaría flotando al amanecer. Al llegar a las playas gomeras fue corriendo en busca de Gara y ambos huyeron bosque adentro siendo vistos por algunos pastores.


           El Mencey de Agulo, padre de Gara, enterado de la llegada de Jonay salió furioso a buscar a su hija encontrándolos durmiendo juntos. Asustados por su presencia, se levantaron asustados y echaron a correr monte arriba hasta llegar al borde de un alto risco que les impedía seguir huyendo. Ambos sabían que serían sentenciados por lo que habían hecho así que decidieron colocar entre sus corazones una vara de cedro afilada se miraron a los ojos y se unieron en un último y mortal abrazo eterno. 

           El presagio del viejo Gerián se había cumplido, " Huye del fuego o morirás en él  ” Jonay venía de la isla del fuego. 

           Esta leyenda daría nombre a uno de los parques nacionales más precioso de nuestra Patria Canaria, el Parque Nacional GaraJonay, en la isla de la Gomera.

           Muchos años mas tarde, tras la llegada de los colonos castellanos, las familias adineradas de Vallehermoso solían mandar a sus criadas a Epina a buscar el "agua mágica" y, para asegurarse que no había engaño, les tenían que traer una hoja del viejo aderno que allí crece.




            Esta leyenda dió nombre a uno de los parques nacionales más preciosos, el Parque Nacional GaraJonay, en la isla de la Gomera.





Ilustraciones: André Cheret

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